Probablemente, el templo cristiano más antiguo de Ibiza, en una pequeña gruta próxima a Sant Antoni
Dirección Carretera de Santa Agnés, km. 0,6. Sant Antoni
Municipio Sant Antoni de Portmany
Zona Sant Antoni
Código Postal 07820
En las afueras de San Antonio a 1,5 km. del centro, camino de y junto al parking del restaurante SA CAPELLA, al pie de una colina, se halla la capilla subterránea de Santa Agnés, considerada por algunos historiadores como la iglesia más antigua de Ibiza.
foto: Xescu Prats
Cuenta la tradición que una noche de tormenta del año 1300, víspera de la festividad de San Bartolomé (24 de agosto), los tripulantes de un barco prometieron que, si lograban salvar la vida, entregarían la imagen de Santa Inés que portaban a los habitantes del primer puerto que alcanzaran. Sant Antoni se convirtió en el anhelado santuario y la talla fue conservada en la Cueva Santa, así conocida ya en documentos del siglo XIV. Otro leyenda explica que el párroco incluso trató reiteradamente de llevarse la imagen a la iglesia de Sant Antoni, pero todas las noches desaparecía y regresaba a la cueva misteriosamente.
Foto: Xescu Prats
Al parecer, la gruta ha sido lugar de oración en diversas épocas. Algunos historiadores señalan que los primeros cristianos celebraban el culto en su interior ya en los siglos III y IV y que los árabes, con posterioridad, también la convirtieron en enclave de ceremonias religiosas. Hay quien también la considera una iglesia mozárabe, debido al arco toral que separa el presbiterio de la nave.
La gruta, ante los rumores de un inminente derrumbe, dejó de utilizarse a comienzos del siglo XIX y cayó en el olvido. Sin embargo, un siglo más tarde, en 1907, fue redescubierta por la Sociedad Arqueológica Ebusitana que halló una iglesia con un altar y bancos de obra encalados, tras una entrada derrumbada. En 1981 fue restaurada y se colocó una nueva imagen de Santa Agnés. En las fiestas de Sant Bartomeu suele celebrarse una misa en su interior.
A su lado se encuentra la ermita de Santa INES (restaurante Sa Capella), erigida a comienzos del siglo XVIII con el objetivo de poder acoger a todos los fieles que acudían a las festividades de la gruta. El templo, sin embargo, nunca fue concluido ni consagrado y, tras ser adquirido por un particular, se convirtió en una casa familiar, conocida como Can Basora.Reportaje: periodista Xescu Prats
Horario
La cueva es de propiedad privada. Gracias a un convenio, puede visitarse en verano, de 9,30 a 13,30 horas, cinco días a la semana. En la actualidad, sin embargo, este convenio se encuentra en proceso de negociación y la cueva permanece cerrada.
patatas, cebollas, aceite de oliva, huevos eh de gallina, muy importante no vale de avestruz jajjaja
Elaboracion:
sofreir la patata a fuego medio, a media coccion añadir la cebolla, tener batidos los huevos se aconseja batir previamente por separado las claras( queda mas espumosa, siempre y cuando no la paseis de cocción, en la elaboración dejarla cremosa, jugosa, gustosa, que chorree un poco, si no queda seca como a mi jajajjajajaj)
Cristina Zaragoza
GANADORAS Carmen Torres y Cruz
Una feliz y concurrida tarde y noche
donde los asistentes, pudieron disfrutar
de la buena sintonia, que tiene este CLUB de Mayores y pensionistas de Cala de Bou,
sin duda una buena opción para que las tardes de verano sean mas agradables.
Concursantes, muchas gracias a todas y a todos por su implicación
Mari Carmen
Tanto Mari Carmen
como Cristina Zaragoza, dos esplendidas Directivas del club con sus afamadas tortillas, riquisimas por cierto, nos dieron a degustar sus elaboraciones, fuera de concurso pero de lujo vamos de 5 estrellas, muchisimas gracias guapisimas.
JURADO con SALVADORA la presi, muchisimas gracias por vuestro esfuerzo IbizAngel💋
Sofrir los ajos, la patata y despues el tomate y el pimentón, añadir el caldo de pescado, dejar cocer y casi cuando este añadir los trozos de anguila bien limpia, la picada de pan rayado, almendra, perejil y una o dos guindillas picantes, dejar hervir hasta que este la anguila hecha y reducir que quede cremoso.
Para curar aceitunas con sosa cáustica y ceniza, primero remoja las aceitunas en agua con ceniza de cáscara de almendra durante unos días para ablandarlas y reducir el amargor. Luego, prepara una solución de sosa cáustica (aproximadamente 20 gramos por litro de agua) y sumerge las aceitunas en ella por unas 8 a 36 horas, removiendo ocasionalmente. Después, es crucial lavar las aceitunas a fondo, cambiando el agua al menos dos veces al día durante varios días hasta que el agua salga completamente transparente. Finalmente, puedes aliñar las aceitunas con sal, hierbas (tomillo, ajo, limón, romero, etc) y especias y sumergirlas en una salmuera para su conservación. IbizAngel💋
— Claro, si me hubiera tenido que quedar en mi casa, ¡no hubiera hecho falta que me casara! (Ríe).
— ¿Cómo era la infancia de una niña como usted, que vivía en es Rubió? — Yo no iba al colegio. Al colegio iban los niños, las niñas no hacía falta que fuéramos. Además la escuela estaba a ocho kilómetros y la maestra no enseñaba más que catecismo. A mí me gustaban mucho las matemáticas e iba a un particular que me enseñaba, no era ni maestro. Entonces tendría unos diez años y recuerdo que mientras guardaba las ovejas iba cantando las tablas de multiplicar. A escribir no nos enseñaron mucho. Igualmente me acabé sacando hasta el carnet de conducir, eso sí, cuando tenía 43 años.
— ¿Cuénteme, cómo era eso del festeig? — No te creas pude ir mucho de festeig. Mi padre era muy estricto con eso. Era hija única y me tenía avisada de que hasta los 17 años no quería nada de eso en su casa. Pobre de mí si me hubiera pillado. Las chicas de mi edad ya festeijavan pero yo no podía. Como mucho podía hablar con alguien a la salida de misa cuando nos juntábamos los jóvenes. Tenía que llevar zapatos y calcetines, que cuando una chica se empezaba a poner medias significaba que ya estaba disponible para el festeig.
— Seguro que alguno lo intentaría... — (Ríe con picardía) Hubo una vez que mi padre estaba en Es Portixol y vio a un joven del barrio con una radio camino de mi casa. Enseguida pensó: «Este va a ver a mi hija». Así era. Menos mal que estábamos sentados en el escalón del porche, uno bien alejado del otro, con la radio en marcha, por que mi padre salió de Es Portixol para ver qué sucedía. «Pasaba por aquí y me he parado a enseñarle la radio y a hablar con su hija», le dijo el joven a mi padre mientras le ofrecía un cigarro. Mi padre se fumó el cigarro y no dijo nada.
— A los 17 ya se pudo poner tacón y medias, ¿empezaron entonces a revolotear los pretendientes? — No venían muchos, pero por que yo ya hablaba con Pep. Los lunes íbamos a la fuente y él siempre se las apañaba para que coincidiéramos y hablar un rato. Eso ya venía sucediendo desde que yo tenía 13 años.
— Entonces Pep se lo estaba trabajando poco a poco durante años. — Sí, de hecho él era 17 años mayor que yo. ¿Sabes qué?, que el día que yo nací y le contaron que había nacido una niña en Can Besora él dijo: «Ha nacido mi esposa». Así fue.
— Hábleme de su boda — Yo ya me casé de blanco, que hasta entonces las novias se casaban de negro. Mi padre me dejó comprar un vestido y todo lo que quisiera. El convite lo celebramos en Can Sulayetas, por que en mi casa no había suficiente espacio (los convites se hacían siempre en casa de la novia). Había 140 personas entre familiares, vecinos y amigos. Ellos mismos se traían las sillas y mesas. Alquilamos todo lo necesario (platos y cubiertos) a un restaurante. Vinieron dos cocineros que hicieron una paella. Matamos un cochinillo para hacer una frita. Para el sofrit pagés matamos dos o tres corderos. ¡Tres platos!.
— Menuda celebración — ¡Sí!, la gente iba contentilla. Cantaban y todo, por ejemplo la de ‘La Virgen del Pilar dice', por que era el 12 de octubre, pero también muchas más, cuanto más cochinas mejor (ríe).
— ¿Se hacía ballada payesa? — No, por aquel entonces no se bailaba payés en las bodas.
— ¿Y viaje de novios? — El viaje de novios lo hicimos al día siguiente: ¡nos fuimos al huerto a sembrar! (ríe). Piensa que no teníamos ni un duro: para casarnos y comprar los muebles tuvimos que pedir 40.000 pesetas a unos tíos que habían vendido una marina. Era mucho dinero y había que devolverlo.
— Cuando se trasladó a Can Sulayetas, esto ya era bar y tienda. — Sí, pero no estaba como ahora, ha cambiado mucho. Aquí no hubo luz ni agua corriente hasta 1973 y el bar y la tienda estaba en la otra puerta que hay fuera. Cuando me trasladé eso daba a las habitaciones y el bar estaba lleno de gente que bebía. Jugaban a cartas y fumaban mucho. Venía gente mala de Ibiza. No se podía estar con esa peste de tabaco y ese ruido. Entonces pusimos el bar dónde estaba el almacén: dos mesitas y una barra.
— ¿Se jugaba mucho a las cartas? — Sí. Recuerdo que se hacían partidas grandes. He llegado a ver como gente que tenía una buena finca la perdía jugando a las cartas. O el que vendía una vaca llegar con las manos vacías por jugar al ‘munti'.
— ¿Trabajó siempre en la tienda y el bar? — Sí, a mi marido no le gustaba mucho la tienda. Pero yo también estuve trabajando, aparte de la tienda, en una casa durante 12 años. También cuidé de mis suegros, que murieron muy mayores y de mis hijos, claro. Desde entonces ha cambiado mucho, he llegado a tener hasta 7 trabajadores. Los quería mucho a todos, Sílvia estuvo 12 años y Lina nueve. Hace unos años que ya no estoy, pero todavía me llaman «la jefa».
— ¿Que tal la jubilación? — Al principio a mi marido le dio por que viajáramos, pero juntos, si yo no iba él tampoco (y viceversa). Entonces viajamos muchísimo, el primero a Ronda, pero también a San Sebastián y [se le ilumina la cara] a Italia. La mar de bien. Ahora por las mañanas cuido del huerto y por las tardes me doy un paseo con las amigas.
Que bonita es la vida cuando se vive con esa humildad, que despierta el amor, como se construye una familia, cuando los pilares de tu familia te dan todo su cariño y dos familias se juntan, como tus vecinos hacen de tu casamiento una fiesta para todo el pueblo, gracias a ellos a esos supervivientes de aquella ESPAÑA rural, aquellos agricultores y pescadores que dieron vida a esta vieja tierra, la mejor tierra del mundo, la nuestra.